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Foto del escritorLorraine Ciudadella

La terrible coyuntura de la Semana de la Movilidad y el Aumento a las tarifas del transporte.



Sucedió en Monterrey. Era lunes 24 de Septiembre y arrancaba la Semana de la Movilidad, iniciativa que desde hace 3 años busca socializar y promover las distintas alternativas de transporte que ofrece nuestra ciudad (por mas escasas, deficientes y decadentes que sean) a fin de que la gente pueda conocer y experimentar otras opciones distintas a las tradicionales para moverse en su día a día; esto, en respuesta a la evidente crisis de la movilidad que hemos estado viviendo en nuestra estado desde hace varios años, en dónde la ciudad parece no moverse (literalmente), las vías se hacen ineficientes, la gente más histérica , la calidad del aire muy por debajo de lo que se puede considerar sano, y se llega a la conclusión que es desde hace tiempo evidente: SON DEMASIADOS CARROS.


Mientras eso sucedía, los medios de comunicación se concentraban en el congreso local pues los diputados y el director de la Agencia Estatal para el Transporte sesionaban sobre el mismo tema, pero con un enfoque distinto ¿La discusión sobre la mesa? Elevar sí o no, las tarifas del transporte público de la entidad. ¡Viva México!


Los susodichos alegaban, que después de varios estudios, se había llegado a la conclusión de que los sistemas Metrorrey, Ecovía y las rutas de camión se encontraban en muy malas condiciones para ofrecer a los usuarios un servicio de calidad, seguro y eficiente (¿en serio?), y que para ello, hacían falta recur$o$ y que pues, como no había de donde, pues ¡zas! que lo pague el usuario. Aunque esta coyuntura histórica parezca increíble, es real.




Cuando uno los periodistas concentrados en el congreso local, se acercó a Jorge Longoria, actual director de la Agencia Estatal para el Transporte, y le preguntó si había utilizado el transporte público de la ciudad últimamente, su respuesta fue: “Si claro, lo use en mis épocas de estudiante” . No conozco la edad exacta del señor Longoria, pero yo calculo que eso fue hace mínimo 40 años. Imagínate.


Volviendo a la Semana de la Movilidad, supongo que entre sus objetivos, está la intención de que varias personas de este estado, que por cuestiones del destino se encuentran en una “posición privilegiada” y que no se ven obligados a usar el sistema de transporte público a diario (y lo digo así, porque a diferencia de muchas ciudades del mundo, en Monterrey, la gente que se mueve en camión, en metro o en ecovía lo hace por necesidad, no por gusto: No da nada de gusto usar el transporte público aquí) al menos, por una vez en todo el año, se puedan poner en los zapatos de quien si lo usa, y se den cuenta de lo terrible que es; estoy hablando de los legisladores, políticos, empresarios, rectores de universidades y desarrolladores.



Después de las 3:00 de la tarde, ya se tenía una resolución en el congreso: Los responsables recomendaban al gobernador SI elevar la las tarifas del transporte público, para mejora del mismo. Yo simplemente, no lo podía creer. Y en redes sociales, no tardó en virilizarse un video publicado por Jaime Rodríguez cuando aún era candidato a gobernador en el que decía que tampoco podía creer que la movilidad del estado dependía de 8 familias (al referirse a los sindicatos que tienen el control de las rutas) y que además “se tuviera un pésimo servicio y muy caro” y que “¿cómo es posible que nadie haya podido o querido arreglar esto?” ¿Entonces qué, Bronco? ¿Ya se le olvidaron sus promesas y convicciones de campaña? ¿O es que desde hace un par de años que asumió la gubernatura, su agenda tiene otras prioridades? “La raza paga, la raza manda”.


No soy experta en movilidad ni en políticas públicas, pero si soy ciudadana que padece el transporte público a diario, y en mi opinión, este es un tema que ni siquiera debería discutirse. La propuesta del aumento de las tarifas del transporte me parece altamente ofensiva y desalentadora para todas las personas que desde hace algunos años intentan hacer algo por la ciudad desde sus trincheras: estoy hablando de los maestros de urbanismo de las universidades (algunos), de los activistas, de los colectivos, de las organizaciones civiles pro ciudad, y si, de todos los ciudadanos que cada día, ya sea por iniciativa propia o por necesidad, se atreven a subirse al transporte público, pues son ellos, y no los legisladores desde su comodísimo curul ni mucho menos el gobernador ni el director de la AET desde sus vehículos privados, con escoltas y chofer; los que SI están haciendo algo positivo por esta ciudad. A ellos, nadie les paga por hacerlo, salvo sus propias convicciones.


Me resulta una propuesta retrograda (si, en retroceso). Un problema de oficina que se está escalando a la calle. Si lo que no hay son recursos, que lo arreglen en la oficina dónde se gestionan y administran los recursos, pero por Dios, que no fastidien a los de a pie. Una solución primitiva a un problema económico- administrativo “No alcanza, pues bueno, cobremos más caro” jajajaj, tiemblen economistas, no sé por qué no se me había ocurrido antes. Aunque pensándolo bien, yo creo que es un problema de corrupción y orden social.




En otras ciudades del globo, varias de ellas primermundistas, las autoridades han hecho lo necesario para poder ofrecer el transporte público a los ciudadanos de manera casi gratuita, ya que ellos si han comprendido que el transporte compartido es LA solución para una movilidad eficiente, segura y ambientalmente responsable.


Un problema de administración, no tienen por qué resolverlo los ciudadanos, señor gobernador. Lo usted necesita es probablemente poner orden allá adentro. Una decisión tomada por no más de 10 personas adentro de una oficina, que ni siquiera saben lo que dicen (pues es evidente que no usan el transporte público) la vamos a padecer varios cientos de miles de neoloneses. ¿Le parece justo?


Antes de que se hiciera más revuelo, el gobernador decidió poner pausa al proyecto, pues dijo que necesitaba analizar bien la propuesta (ojala haya sido eso). Ojala este tiempo de reflexión sirva para que de una vez por todas, se den cuenta ellos que el problema de la movilidad en el estado se debe a un enfoque equivocado, y esto, es un problema de raíz, que involucra no solo a las oficinas de transporte, sino también a las de desarrollo urbano, a los Institutos de Planeación Ciudadana, a las de Medio Ambiente; y a también a varios actores, como quienes gestionan y otorgan las licencias de construcción, los sindicatos y consorcios de transporte, los combustibles, los legisladores y por supuesto, las universidades.


Lo que se debería estar gestionando, es como ofrecer incentivos a quienes usen el transporte público. Cómo gestionar recursos de la federación o de la iniciativa privada para tener mejores condiciones y más opciones de transporte. Qué podemos hacer para establecer un límite de automóviles privados por familia. Cómo vamos a premiar a quienes si comparten su automóvil. Cuáles son los carriles de las ciudad que vamos a hacer exclusivos para el transporte público y compartido. No sé, hay cientos de opciones que podríamos estar discutiendo sobre la mesa en este momento, en vez de perder el tiempo.




En los últimos 20 años, en este estado se han extendido sin límites los caminos, las colonias, ‘los desarrollos’, y la mancha urbana… pero no las opciones de transporte público. El metro se quedó en 2 líneas; la Ecovía es un mal chiste y las rutas de camión no se dan abasto, y sí, tenemos uno de los sistemas más caros del país. Con todo y eso, hay gente que lo usa: por atrevimiento, por protesta o por convicción: a ellos, deberíamos hacerles un monumento.


Lo que tenemos es que cambiar de paradigma. Ya lo han dicho muchos expertos que han estudiado el caso desde aquí adentro, y también, los consultores internacionales que han visitado la ciudad en los últimos años para compartirnos su punto de vista: Las calles son para mover gente, no automóviles. El futuro es compartido. La mejor movilidad, es la que no te mueve.



Termino ahora citando otra frase del señor gobernador en ese famosísimo vídeo:

“El problema no es el abuso, el problema es que el gobierno lo permite y lo fomenta”

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