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Foto del escritorLorraine Ciudadella

Saxy, Jazz Club.

“En medio de la Ciudad, hay sótano oscuro que desciende en espiral hacia lo desconocido. A medio camino, una sola puerta roja. Y tras esta, un túnel gris con textura de tapiz en donde él camina seguro como quien llega a casa…”


Lo anterior fue parte de la introducción que leí en la noche de pre inauguración de Saxy. A estas alturas, la mayoría de mis lectores ya están familiarizados pero para los que no, Saxy Jazz Club es el sueño materializado del gran Óscar Zensei, que aunque lamentablemente no pudo ver culminado al 100 por ciento en vida, si alcanzó a atestiguar grandes avances del proyecto.


No es novedad, todos sabemos que Zensei estuvo maquinando esta idea por muchos años. Decía “Monterrey ya merece un espacio decente para el jazz. Los festivales nos han demostrado que las audiencias son suficientes y están preparadas para escuchar todo tipo de jazz” Si bien, en la ciudad existían lugares donde por una o dos ocasiones a la semana se reproduce música en vivo del género, hasta ahora no había un lugar dedicado exclusivamente al jazz, en donde nuestros artistas pudieran expresarse musicalmente sin límites y experimentar por sus fusiones sin remordimientos


Fuimos varios los que acompañamos a Óscar en vida a ver locales poténciales en donde podría instalarse el lugar. Plazas comerciales, Street Malls y avenidas. Llamar para pedir informes, hacer ejercicios numéricos de rentas, posibles ingresos, posibles modelos, volver a empezar.


Me acuerdo bien del día en que me dijo “Ya encontré el lugar indicado” Me llevó en su Cherokee al ‘sótano oscuro que desciende en espiral hacia lo desconocido…’ En ese entonces, era la bodega sucia de un restaurante, en el sótano-estacionamiento de una plaza comercial. Tenía una cortina de lona a medio descolgar y estaba lleno de cajas y tiliches, sillas rotas, y utilería fuera de temporada llena de polvo y suciedad.


Me pareció tan difícil concebir la idea de un Club de Jazz ahí... ¡Qué digo un club de jazz! ¡Me parecía que absolutamente nada se podía concebir ahí en realidad! Pero no se le dije, no lo quise desilusionar “Fregón wey” Le contesté. Tonta mí, ahora se ha de estar riendo desde el más allá. Estuvimos un buen rato en el sitio. Empezamos a dibujar en el aire la posible distribución del club “Ahí quiero el escenario… Uno grande, para que quepa una Big Band” -¡De ley! Contesté.


Pasaron los meses y empezó la obra. Los primeros cómplices del proyecto fueron Marcelo y Alfredo. Luego se sumaron más socios: Luis y Taffy... A ellos debemos aplausos de pie, pues si hoy estamos aquí, es por su tenacidad.


Luego, tropiezos en la obra. Se retrasó todo varios meses. Cambiaron de constructor y de arquitecto. Continuaron los trabajos. El año pasado, después de mucho tiempo y esfuerzo; y estando a un par de meses de inaugurar: La pandemia. Terror. “Será cosa de un mes o dos” todos suponían. Nada. Luego, pasó lo peor: El fallecimiento de Óscar. Eso fue más demoledor que cualquier virus, se los aseguro.


Admiro el coraje con el que el resto de los socios decidieron continuar con el proyecto. No me imagino lo que se debió sentir llegar al día siguiente del funeral a Saxy y decir “Continuemos”. Y así, cada día, sabiendo que faltaba (y no regresaría jamás) la master mind detrás de todo ¿¡Que difícil ha de ser tomar decisiones así, no lo creen!? Pero Oscar siempre estuvo presente.


Un día, antes de la inauguración, estaban presentándole el lugar a un proveedor de audio e iluminación, que estaba emocionado por el espacio “No pues… tengan la certeza de que si no funciona con jazz, fácil lo pueden convertir en un antro de reggaetón” ¡TRAS! Apenas terminó de pronunciar esta frase y en la cocina cayó una tina metálica que a su vez tumbó otra cosa que provocó un gran estruendo: Todo sin aparente explicación.

“Tranquilo Oscar, no lo convertiremos en un antro de reggaetón” (risas).

Les digo, él se quedó aquí de alguna manera u otra.


En la noche de pre inauguración, todos estaban nerviosos. El club, con capacidad para 300 personas, estaba lleno de familiares y amigos expectantes “All of me...” fue la primer línea que atravesó los labios de Fanny Salazar tras el micrófono y frente al público en el escenario, acompañada por David Roca en la Guitarra, Obed Cortés en la batería y Óscar Rojas en el piano.


“Can’t you see? I’m not good without you…” Sé que los que estuvimos en el entierro no pudimos evitar recordar ese día, en el que la misma voz de Fanny y la de Pilar Diosdado en acapella, despedían el féretro en el cementerio.


…Your goodbye left me with eyes that cry, How can I go on dear without you?...

La noche fue un éxito. Jazz de principio a fin. Risas, llanto de felicidad, recuerdos y vítores. La foto de Oscar en el centro del lugar. Todos esperando regresar al día siguiente. Los músicos exultantes “Al fin tenemos una casa –en nuestra propia casa (Monterrey) – en donde nos tratan con respeto”


Aquí no es como en otros lugares de la ciudad: Aquí al artista se le recibe por la puerta principal (no por la de proveedores), se le brinda un camerino con baño completo, un sistema de audio e iluminación de primera, un escenario a su altura, cena y bebidas en sus presentaciones (aunque Ud. no lo crea, en los ‘mejores’ lugares de la ciudad no les ofrecen ni un vaso de agua) Y lo más importante: Un sueldo digno y libertad creativa.


¡Bienvenidos a casa todos los jazzistas de Monterrey y alrededores! Gracias Oscar por tu legado. Gracias Marcelo, Alfredo, Luis y Taffy por su coraje,

Esto, es Saxy. Hagamos que dure.


*Saxy Jazz Club se ubica en el Sótano 1 de Plaza O2 (Hotel Habita) en Avenida Vasconcelos #150, Colonia del Valle, SPGG. Tiene música en vivo de Martes a Sábado partir de las 8:00 pm. Para cualquier reservación comunicarse al 81 2013 5606




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