Sincretismos: En mi país esta es la bonita época del año en que coexisten las calabazas con las calaveras, las princesas con las calacas, las telarañas con los altares, los desfiles de zombies con los de alebrijes, las carcajadas con las oraciones.
Olvídate del motivo. Mi parte favorita es la fiesta del espacio público, en donde los niños (de cualquier edad) toman las calles y se adueñan de ellas, sin importar su origen, condición, situación social o económica.
¿Y los adultos? Yo creo que en el fondo son los que se divierten más. Ya desde la Grecia del siglo V usaban máscaras en el teatro para purgar sus emociones ¿No es esta una gran puesta de escena que tiene como telón de fondo el espacio público?
He visto sacerdotes, colegios y gente mocha satanizar estas fiestas —incluida el Día de Muertos— advirtiendo que quien participe de estas celebraciones, está ‘alejándose de Dios’.
Yo les quiero decir a mis amigos que empiezan a formar sus propias familias que ejerzan su criterio y les enseñen a los niños en casa que la ciudad debería ser ese lugar libre y feliz todo el año, que la tradición de que se borren las fronteras sociales de edad, género, condición u origen podría ser permanente si nos lo proponemos, que pueden llegar a ser todo lo que se disfrazan y que siempre habrán de hallar su lugar en el mundo, que en las calles manda el peatón andante, nunca el automóvil, y de paso, que mantener viva nuestra tradición, especialmente la prehispánica, nos ayuda a entendernos como mexicanos y a nuestra particular forma de honrar a nuestros ancestros y a ‘reírnos’ de la muerte; y que nada de eso, nos aleja de Dios, ni la luz.
Este día es también la fiesta de la creatividad en muchos sentidos. Los disfraces, los decorados, las recetas de cocina, los adornos: Todo todo es creación, manualidad, música y artesanía, sin fronteras.
Además, pocas son las oportunidades que tenemos al año en que mundialmente la gente abre las puertas de su casa y decora sus jardines y zaguanes para recibir a conocidos y desconocidos, ofrecerles un dulce por el Halloween o un pan y un atole en el día de los altares, y brindarles un lugar para sentarse a descansar y convivir por un momento. Es también entonces, la fiesta de la hospitalidad.
Tal vez sea esta la bonita casualidad por la cual la ONU dese el 2014, designó el 31 de Octubre de cada año como el Día Mundial de las Ciudades
Cualquiera que sea el motivo o la(s) fiesta(s) que acostumbres en familia ¡Celebremos!
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