Como si sacada de un sueño se tratara, la sola idea de pensar en un un evento de Ópera en Monterrey, convocado en un Centro Comercial, un viernes de Diciembre, a las 7 de la tarde, podría sonar remota.
¿¡Existe hora más imposible en estas condiciones para ser puntual?! Hoy me callaron la boca.
Con 24 minutos de retraso aparecí en el lugar, hallando que no solo la función había comenzado a tiempo, sino que la gradería estaba completamente llena de un público dedicado: No gente “random” que se andaba por ahí y se detuvo a escuchar, sino personas que se trasladaron directamente al recinto para la función. Siete voces histrionicas, una orquesta de cámara finísima, y un espacio PERFECTO: Desde la arquitectura del complejo en sí misma, hasta los detalles pequeñísimos en donde regularmente se esconde el diablo: El piso del entarimado cuidadosamente pintado, el bies del templete en seda roja sin NI UN hilo suelto, el modelo de las sillas de los músicos uniformado, pero en contraste de color con las de los cantantes; todos los zapatos lustrados, los ornamentos florales perfectos, la mezcla de audio pulcra, las mamparas cortadas al mismo centímetro, la indumentaria de cada uno de los artistas en armonía, sus cabellos dedicadamente peinados, el programa de mano perfectamente escrito y el árbol de navidad —de unos 9 metros de altura— de sueño: Todas las extensiones de lucesitas encendían y apagaban al mismo compás de tiempo.
Podría seguir y seguir. Mejor cuento ahora del efecto que la suma de todos estos no-se-qué provoca, pues era también casi irreal notar que paseantes jóvenes que se andaban por la plaza —el público más difícil para este género— dejaban su atención del celular para entender lo que estaban viendo. Oí de algunos decir “Nunca había escuchado opera en vivo” y les aseguro, después de haber presenciado tales interpretaciones esta tarde, en esas voces poderosas de personas de su misma edad, no será la ultima.
No sé si los demás vean estas cosas, pero yo las veo, y la mayoría de las veces, las padezco. Pero hoy no. Esta función fue perfecta, incluso, hasta en el estúpido fallo del sistema de audio en pleno encore, que no fue sino la oportunidad para que los asistentes constatáramos que realmente nos encontrábamos frente a las más destacadas voces y músicos de la ciudad, y que aún sin luz, ni microfonía, pueden brillar.
La belleza sabe sostenerse sola ¿Que no?
No es truco, es el resultado de provocar el encuentro de los mejores de la ciudad: La mejor compañía de ópera, los mejores músicos, el mejor espacio, la mejor agencia de comunicación, y hasta el mejor patrocinador.
Cuando las cosas salen mal, es automático nuestro furor por encontrar culpables: De eso está hecha nuestra madera humana, y ¿Cuándo salen bien? Casi siempre nos quedamos callados, internamente lo “obviamos” y seguimos con nuestra rutina, imperfecta, pero yo quiero hacer costumbre exaltar el buen gusto, la disciplina, la responsabilidad y la dedicación en las cosas; y quiero gritar fuerte cuando encuentro más bien a Dios, en los detalles.
Gracias:
@Mexico Opera Studio
@IDEI Internacional de Inversiones
@Agencia HITCH
por esta tarde MÁGICA.
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