Desde sus inicios finales del siglo XIX, en medio de la lucha de las comunidades afroamericanas primero por su emancipación contra la esclavitud, y después por la igualdad de los derechos civiles, surge el jazz, como un himno de libertad y canto de protesta contra la injusticia.
El jazz en su sonido original, estaba basado en instrumentos hechizos de cuerdas y percusiones herencia de las culturas caribeñas y africanas desde donde provenían las comunidades creadoras. Luego, se fueron incluyendo instrumentos de aliento como flautas, cornetas y trombones, de origen europeo y que usualmente eran exclusivos para la gente blanca, pues de hecho, a los afroamericanos se les prohibía también aprender o interpretar cualquier forma de música clásica.
Entonces, los músicos tomaron los instrumentos europeos “de elite”, los combinaron con instrumentos tradicionales de África y el caribe, y se crearon su propio lenguaje musical que nadie podría arrebatarles: Este es el jazz.
Más tarde, Nina Simmone, destacada pianista y cantautora del género, quien a pesar de su talento le fuera negado ya en 1952 el ingreso a una academia de música clásica por el simple color de su piel, pronunciaría: El jazz es la música clásica de la gente negra.
El jazz le pertenece a las calles porque de ellas surgió y no en un castillo o en una iglesia o en medio de una corte imperial buscando complacer al rey o a Dios, no: El jazz lo hizo la gente para la gente.
En su origen, el jazz vocal expresaba alabanzas espirituales a las antiguas deidades africanas, luego, en un esfuerzo evangelizador en el siglo XX en América, se le incorporarían pasajes y motivos judeo-cristianos, que lo introducirían a la iglesia y lo acompañarían por un órgano clásico: Así surgió el Gospel, que después, por su gran éxito y belleza, es llevado a las grandes salas de concierto en donde era presentado como arte y entretenimiento, primero para audiencias exclusivamente blancas, luego, segregando personas blancas y negras, y después, tras la protesta y lucha de múltiples artistas, en audiencias combinadas: El jazz también derribo esa frontera.
A diferencia de otro géneros populares, el jazz no cuenta una historia, cuenta un sentimiento. Hoy en día, el jazz se enseña en los grandes conservatorios de música y se presenta en las máximos recintos y auditorios del planeta ante audiencias siempre diversas, que encuentran personas de diferentes razas, sexos, edades, preferencias y orígenes sociales: Ese es el triunfo del jazz.
La ONU reconoció en el jazz la contribución que puede hacer para el desarrollo de sociedades más inclusivas, y su empleo como herramienta educativa para la empatía, el diálogo y una mayor cooperación entre las personas, promoviendo la diversidad y el respeto por los derechos humanos para erradicar la violencia y las fronteras.
En ese sentido la UNESCO, oficina de la ONU para la ciencia y la cultura, en 2011 en su Conferencia General proclamó el 30 de abril como "Día Internacional del Jazz" . Desde entonces, se ha convertido en la mayor celebración anual del género, uniendo a personas de todos los continentes a través de la música, sin importar su raza, sexo, condición o clase.
El jazz fomenta la innovación artística a partir de la improvisación;
La inclusión intercultural a través de las múltiples fusiones que ha provocado desde su origen con diversas culturas del mundo;
La transdisciplinariedad al combinarse con otros géneros artísticos,
Y el rescate y preservación de antiguas formas y patrimonios culturales y tradicionales del mundo...
El jazz es la máxima expresión de la resiliencia,
Es la esencia de la libertad de expresión,
Es el puente de las comunidades marginadas,
Es provocador del diálogo espontáneo entre sus participantes, no sólo arriba del escenario: En el jazz como casi en ningún género musical, interactuan la audiencia y el artista, incluso en mitad de una interpretación: El jazz derribó la frontera entre el público y el concertador,
Disuelve las barreras geográficas y de pensamiento,
Es el fuerza que pone orden en el caos y después lo altera otra vez en un espíritu de libertad.
El triunfo del Jazz #InternationalJazzDay
// Lorraine Ciudadella
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