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Foto del escritorLorraine Ciudadella

"Vialidades Regias"


Si el señor Alcalde del municipio de Monterrey alcanzara a comprender que las calles son para mover gente, quizá no presumiría su programa masivo de recarpeteo como “Programa de Vialidades Regias”.


La palabra vialidad significa tal cual “acondicionamiento de las vías públicas”. La vía pública ha de servir para mover gente. Y la gente se mueve a pie, en bici, transporte público o en automóvil. El problema es que desde hace no sé cuánto, en nuestra ciudad se le da la prioridad a este último. El parque vehicular en Monterrey y su área metropolitana es de por sí tremendo (estamos hablando de que la estadística indica que se tiene un auto por cada 2 habitantes) y por supuesto que las calles se revientan fácil. Eso, y la mala calidad de los materiales con los que las últimas administraciones han hecho las labores de recarpeteo.



Pero el problema es de origen. El alcalde presume el suyo como “El mayor programa de la Historia de Monterrey” y explica a detalle en su página oficial, la Estrategia Innovadora Financiera (literal) de No deuda en la que se “invertirán$722,611,574 pesos para la rehabilitación de las calles. Qué pena.


Si pudiéramos disponer de ese dinero para hacer no Vialidades Regias, sino Calles Completas, con banquetas dignas, arbolado suficiente, iluminación peatonal de adeveras (no esos postes de luz tradicionales cuya escala misma indica son para iluminar el arroyo vial automotriz y no el camino por dónde circulan las personas andando a pie) alcantarillado adecuado, con semaforización peatonal, así como señalética incluyente, y equipamiento urbano básico (bolardos, bancas, bici estacionamiento y guías para débiles visuales), entonces, estaríamos hablando de EL MAYOR PROGRAMA DE LA HISTORIA DE MONTERREY, esta ciudad, incluida su gente, sería otra.



Cuando eres de Monterrey y no tienes carro, es porque eres un pobre: un pobre tonto. La ciudad castiga a los peatones y ciclistas. Los automovilistas con su violencia y pésima actitud vial, también lo hacen, y últimamente, con la propuesta de aumentar las tarifas del transporte, pareciera que se está haciendo una campaña estratégica para obligar a todos a comprar su propio automóvil. Imagínense: 4 millones de automóviles tendríamos (tiembla Henry Ford) y esta ciudad iría directa al colapso, y si, de nada serviría el recarpeteo masivo pues con tanto parque vehicular, las calles quedarían destrozadas cada 6 meses.



Pero eso parece no entenderlo ni el alcalde ni sus asesores urbanistas ni financieros. Hay que tener cuidado con esto, pues según anuncian los panorámicos de su tercer informe: “Tres años es solo el comienzo

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